Por Pedro Organista
Desde siempre
hemos visto el cielo con romanticismo, incertidumbre, expectativa y anhelo.
Pero fue solo hasta el siglo XX cuando el hombre contó con el conocimiento técnico
y científico para salir más allá de la Tierra.
Millán (1998)
menciona que desde el siglo XVIII Newton había aportado el conocimiento sobre las
leyes de la mecánica y de gravitación universal para el movimiento de los
cuerpos y de los astros, respectivamente. De otro lado, se contaba con el conocimiento
acumulado sobre el sistema solar y los avances en la ciencias de las
telecomunicaciones en las primeras décadas del siglo XX, y El ruso Tsiolkovski,
el norteamericano Goddard y el alemán Obberth aportaron, adicionalmente, entre
finales del siglo XIX y los inicios del
siglo XX, los conocimientos necesarios para la propulsión a reacción
(Moril, sf). No obstante, todo junto no era suficiente, puesto que no se tenía la
capacidad de producir, poner en órbita y controlar la trayectoria de cohetes
espaciales, así como tampoco se habían dado las condiciones políticas y la
infraestructura espacial para iniciar la “conquista” del espacio exterior.
Las guerras mundiales
se han caracterizado, además de su sinsentido y su tragedia, por propiciar el
desarrollo científico asociado al control geoespacial. Como producto del
desarrollo tecnológico posterior a la primera guerra mundial, Auguste Piccard
ascendió a 15.971 metros en 1931 y a 16.200 metros en 1932, en una cápsula
presurizada elevada por un globo, en estudios científicos sobre la rayos
cósmicos y los estratos ionizados (Wiklipedia, 2016), lo que constituyó una
visión distante de la Tierra nunca antes lograda hasta la fecha. Le sucedieron,
en 1946, después de la segunda guerra mundial y del avance en los telemisiles, los
cohetes de sondeo atmosférico, inicio latente de las nuevas tecnologías de
exploración espacial. Ir a la delantera en la carrera espacial era fundamental,
pues se suponía que “quien conquistará primero el espacio también dominaría el
mundo” (BBC Mundo.com, sf). Fue una pugna entre las cosmovisiones del comunismo
y del capitalismo.

En la
visceral lucha por mostrarse más fuerte, por gritar con mayor furor, EEUU debía
hacer algo aún más significativo: ”conquistar” el sueño lejano, plasmado en
miles de escritos y en la mente de los humanos: La Luna. Luego de algunos
proyectos previos, El programa Apolo llevo a ciudadanos de EUU a la Luna, el 21
de julio de 1969, abordo del cohete Saturn V (National Geographic, 2009). Alrededor de mitos y poco conocimiento sobre
lo que podría pasar cuando la nave y sus tres tripulantes descendieran sobre la
superficie de este mundo extraño, EEUU plantó su bandera como símbolo primitivo
de una conquista más.
En el siguiente mapa conceptual se puede observar la síntesis de los elementos mencionados sobre los antecedentes de la conquista espacial:
En el siguiente mapa conceptual se puede observar la síntesis de los elementos mencionados sobre los antecedentes de la conquista espacial:
Referencias
BBC Mundo.com (sf). La conquista del espacio. Recuperado el 14 de
julio de 2016 de http://www.bbc.co.uk/spanish/seriesigloxx03a.shtml
Millán, G. (1998). La conquista del espacio. Horizontes culturales: las fronteras de la ciencia. Recuperado el
14 de julio de 2016 de http://www.rac.es/ficheros/doc/00335.pdf
Moril, A. (sf). La conquista del espacio. Recuperado el 14 de julio de
2016 de http://html.rincondelvago.com/la-conquista-del-espacio.html
National geographic (2009). La conquista del espacio. Recuperado el 14
de julio de 2016 de http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-conquista-del-espacio_303
Wikipedia (sf). La exploración espacial. Recuperado el 14 de julio de
2016 de https://es.wikipedia.org/wiki/Exploraci%C3%B3n_espacial
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